Ion Mota y Vasile Marin, miembros de la Guardia de Hierro Rumana, murieron en combate el 13 de enero de 1937 en Majadahonda durante la batalla de Madrid en la Guerra Civil luchando en el bando Nacional.
La Guardia de Hierro fue formada por Corneliu Condreanu Zelea y abogaba por una defensa de valores espirituales y por la creación de un hombre nuevo con el sacrificio como clave de su éxito. La Guardia de Hierro estuvo involucrada desde el principio en la batalla de Madrid y fue el 13 de Enero de 1937, en Majadahonda, cuando Ion Mota y Vasile Marin fueron alcanzados por un proyectil.
Los cuerpos de los dos caídos reposaron en un tren mortuorio que salió de España y paso por Francia y Bélgica, llegando a Berlín el 6 de febrero de 1937. Durante el camino fueron recibidos por grandes multitudes done estaban presentes miembros de la Falange Española y representantes de Alemania e Italia. Después de su paso por Polonia el 9 de Febrero el tren llego a la frontera con Rumania y en vez de tomar la ruta más corta a Bucarest el tren dio un rodeo pasando por todo el país; Bicovina, Transilvania, Oltenia, Valaquia… hasta llegar a Bucarest.
Atravesando los Cárpatos, el tren paso por Oltenia y Valaquia llegando a la estación del Norte de Bucarest la mañana del 11 de febrero de 1937. Fue en Bucarest donde tuvo lugar el mayor desfile y el gobierno levantó la prohibición de usar uniformes en espacios públicos. Miles de Legionarios vestidos con sus uniformes de color verde esperaban a los ataúdes frente a la estación de tren. Decenas de miles de bucarestinos se sumaron a la procesión que recorrió la ciudad. También se unieron gran número de políticos rumanos, profesores, estudiantes, así como personal diplomático de España, Italia y Alemania unidos a representantes de los partidos “fascistas” de dichos países.
Después de un breve oficio religioso, delante de los ataúdes, los legionarios realizaron el juramento de “Ion Mota y Vasile Marin” donde juraron “estar preparados para la muerte en cualquier momento”.
La procesión se dirigió hacia la iglesia de Sf.Ilie-Gorgani en el centro de Bucarest, lugar donde los cuerpos se mantuvieron hasta su entierro. El cortejo fúnebre fue encabezado por algunos miembros de la Guardia de Hierro que llevaron a hombros los féretros de los 2 combatientes.
Mota y Marin fueron enterrados el 13 de febrero de 1937, junto a la sede del movimiento en un mausoleo especialmente construido para ambos. Al entierro asistieron miles de personas y 400 sacerdotes. El representante diplomático español Pedro de Prat y Soutzo antes de enterrar los cuerpos grito los nombres de Mota y Marin y todos respondieron “¡Presente!”.
Ambos fueron elogiados por su lucha por la fe cristiana y continúan sirviendo de inspiración a la juventud rumana.
GLORIA Y HONOR A LOS HEROES.
ResponderEliminarLos rumanos de mi pueblo no quieren saber nada de los delincuentes de su país y odian a sus gitanos. No todos los rumanos son criminales.
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